En el contexto actual, donde internet es una herramienta que se puede utilizar tanto para construir como para destruir, la hiperinformación y la difusión de noticias falsas se han convertido en serios desafíos. Estos aspectos están profundamente entrelazados con el desarrollo tecnológico y su impacto en la sociedad, afectando también áreas tan específicas como la capacitación bíblica.
Cada día, miles de videos son subidos a diferentes plataformas sociales con el objetivo de compartir el mensaje del evangelio. Mientras que muchos buscan genuinamente enseñar y evangelizar, otros tantos están motivados por la viralización, monetización o simplemente por ganar popularidad. La motivación del comunicador y los fundamentos bíblicos son variados, pero existe otra constante que capta nuestra atención: una buena exposición y oratoria secundadas por magníficos trabajos de edición.
Frente a esto, surge la pregunta: ¿cómo podemos evitar recibir enseñanzas distorsionadas? Como la fe cristiana está unida íntimamente a la revelación bíblica, y la Palabra de Dios es la única regla de fe y conducta del creyente, nuestro problema se resuelve conociendo la doctrina bíblica. El primer filtro que debe pasar cualquier enseñanza cristiana es su apoyo bíblico.
Por ello considero que la formación bíblica y teológica es crucial para discernir adecuadamente. Dios ha establecido en la iglesia ministerios como el de pastores—maestros para edificar y proteger a la comunidad de creyentes, evitando que sean llevados por doctrinas erróneas o engañosas, según se describe en Efesios 4:11-14.
Cómo protegernos de doctrinas erróneas o distorsionadas
Tres puntos básicos de interpretación que debemos considerar son:
1) Conocer el contexto histórico y cultural en que se escribió el pasaje de la enseñanza recibida. Pues, como dicen, un texto sacado de contexto se convierte en un pretexto.
2) Reconocer el género literario: la Biblia está compuesta de diversos géneros; poesía, historia, profecía, etc. Y cada género tiene su propia forma de ser interpretado.
3) La consistencia teológica: debemos asegurarnos de que la interpretación concuerde con el resto de la doctrina bíblica para evitar contradicciones. Dios no se contradice, y su revelación tampoco. Para esto te puedes ayudar con Biblias de estudio.
Mientras tanto se crece en el conocimiento de la Palabra, es aconsejable verificar las nuevas enseñanzas con líderes de confianza. Según el autor de Hebreos, nuestros pastores son responsables ante Dios por nuestras almas (He 13:17), lo que subraya la importancia de su rol en nuestra orientación espiritual. Consultar con ellos sobre cualquier nueva enseñanza o expositor nos ayuda a mantenernos alineados con la doctrina correcta.
No obstante, reconocer que incluso los pastores pueden errar es importante. Pequeñas discrepancias doctrinales no constituyen un gran problema, más aun cuando el fruto en sus vidas es evidente. «Considerad el resultado de la conducta de vuestros pastores e imitad su fe» (He 13:7). Sin embargo otros errores doctrinales pueden ser significativos y afectar nuestro desarrollo espiritual. Por ello, es vital que los pastores sean reconocidos por la iglesia, apoyados por organizaciones, denominaciones o consejos pastorales confiables. Recuerda que somos miembros de un solo cuerpo (1Co 12:20), y un miembro separado del cuerpo no tiene vida.
Otra capa de complejidad se añade cuando consideramos la posibilidad de que la denominación a la que pertenece el ministro esté en el error. Entonces llegamos al último y principal punto. Solo a través del magisterio del Espíritu Santo podemos confirmar la veracidad de las enseñanzas que recibimos, como Jesús prometió.
«Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas…» (Jn 14:26).
«Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad…» (Jn 16:13).
Mi experiencia personal refleja estos principios. Inicié mi camino de fe en la Renovación Carismática Católica y, junto a otros hermanos, con la guía del Espíritu, identificamos en nuestras Biblias serias discrepancias con el magisterio de la iglesia. Tras discutir estas discrepancias con el párroco y no obtener respuestas claras, emprendí un período de estudio personal y oración. Junto a mi esposa buscamos una organización que esté alineada con la doctrina bíblica y nos unimos a una de sus iglesias. Más tarde, a través de la formación en un instituto bíblico, pude confirmar y fortalecer la comprensión que el Espíritu Santo ya me había proporcionado.
En definitiva, independientemente de la fuente de la enseñanza, ya sea una red social, un periódico, una iglesia local o un instituto bíblico, la responsabilidad última de buscar y seguir la verdad siempre recae en el individuo. «Mis ovejas oyen mi voz y me siguen» (Jn 10:27). Por lo tanto, asegúrate de lo siguiente: haber nacido de nuevo, pues «el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios» (Jn 3:3). Y segundo, asegúrate querer hacer la voluntad de Dios y no la tuya propia, pues «el que quiera hacer la voluntad de Dios, conocerá si la doctrina es de Dios, o si yo hablo por mi cuenta» (Jn 7:17).
A medida que buscamos guía y claridad en un mundo inundado de información, la capacitación bíblica sólida, el consejo de líderes de confianza y la dependencia del Espíritu Santo son indispensables para mantener nuestra fe firme y protegida de errores.—